El juego es una parte fundamental del desarrollo infantil. No solo es una fuente de diversión, sino que también desempeña un papel crucial en el aprendizaje y el crecimiento emocional de niñas y niños.
A medida que crecemos, perdemos de vista la importancia del juego en nuestras vidas. Sin embargo, la capacidad de jugar no debería limitarse a la infancia. Redescubrir el juego en la edad adulta puede aportar beneficios significativos a nuestra salud mental y bienestar general.
Los expertos en desarrollo infantil han destacado durante mucho tiempo los beneficios del juego en la infancia. Según la psicóloga infantil Jean Piaget, el juego no es solo una actividad recreativa, sino una herramienta vital para la construcción del conocimiento. A través del juego, los niños exploran el mundo, desarrollan habilidades sociales, mejoran la resolución de problemas y fortalecen su imaginación.
La psicóloga del desarrollo Jane McGonigal señala que el juego no solo mejora las habilidades cognitivas de los niños, sino que también fomenta la resiliencia, la creatividad y la colaboración. Es una forma natural de aprender a enfrentar desafíos y a trabajar en equipo.
A medida que dejamos atrás la infancia, muchos de nosotros abandonamos el juego en favor de responsabilidades y obligaciones. Sin embargo, negar el juego en la edad adulta puede tener consecuencias negativas para nuestra salud mental. La risa, la creatividad y la exploración, que son componentes esenciales del juego, pueden desaparecer gradualmente de nuestras vidas.
Encuentra lo que te apasiona: Piensa en las actividades que te hacían sentir emocionada y feliz cuando eras niña. Ya sea pintar, bailar, jugar a juegos de mesa o practicar deportes, encontrar algo que te apasione puede ser el primer paso para reintroducir el juego en tu vida.
Haz del juego una prioridad: Al igual que asignamos tiempo para el trabajo y otras responsabilidades, debemos asignar tiempo para el juego. Esto puede implicar establecer noches de juegos, unirse a clubes recreativos o simplemente dedicar tiempo a actividades que te traigan alegría.
Juega con otros: El juego no solo es divertido, sino que también puede fortalecer las conexiones sociales. Juega con amigos, familiares o compañeros de trabajo. La interacción social durante el juego puede mejorar las relaciones y construir un sentido de comunidad.
Abraza la creatividad: El juego es una forma de expresión creativa. Abraza tu creatividad participando en actividades artísticas, escribiendo, o incluso creando tus propios juegos. La creatividad despierta la imaginación y puede ser una fuente poderosa de satisfacción.
¿Tus hijos te invitan a jugar pero no te animas, o sientes que no sabes jugar?
En la masterclass “Juego: vínculo y emoción. El medio para conectar”, del Diplomado Educación Emocional en la Infancia, Yessica nos enseña el valor del juego como herramienta fundamental donde explorar y transitar las emociones, donde conectarnos y conectar, donde descubrirnos y enseñarnos en esencia al mundo. 🧚♂️
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